Si un niño o niña se porta inadecuadamente, la mayor parte de las ocasiones es porque está desmotivada por no sentirse tenido en cuenta e importante para las personas que le rodean. Por lo tanto, lo que busca cualquier niño o niña al comportarse mal, es ser tenido en cuenta. Lo que pasa es que se equivoca el las formas, pero el fin es legítimo. Esto es algo que han de tener en cuenta progenitores, educadores y profesionales de la atención a la infancia.
Los niños y niñas que están desanimadas generan una serie de conductas inapropiadas, en lugar de útiles, que buscan lo que se denomina los Cuatro Objetivos Erróneos de la Conducta: atención, poder, venganza y demostrar incapacidad (Nelse, 2007). De este modo, los comportamientos inadecuados en busca de atención se dan cuando los niños/as creen que son tenidas en cuenta cuando se les presta atención.
En la mayoría de ocasiones, los y las progenitoras, con el fin de poner fin a este tipo de conductas, implementan soluciones ineficaces que lo único que hacen es enredar y complicar más la situación.
Según Adler (2000), el niño nace con un potencial intrínsecamente bueno. En vez de sentirse aceptado, apreciado y querido, el niño puede llegar a tener la convicción de que vale menos que las demás personas, es decir, desarrollar sentimiento de inferioridad. Un factor que contribuye a este problema es un estilo educativo inadecuado por parte de padres y madres.
Adler (2000) destacó tres tipos de estilos educativos inadecuados:
Autoritario: Orden sin libertad y ninguna opción de elección. Se hacer lo que los padres/madres dicen, por imperativo. El niño nunca llega a sentirse apreciado y aceptado.
Sobreprotector: Es similar al consentidor, pero está basado en la tendencia constante de los padres y madres a "salvar", sustituir, ayudar, etc. Es decir, hacer lo que el niño/a ya está preparado para hacer o debería de hacer con respecto a su edad y capacidades. El niño se cría “entre algodones”. Desarrollan fuerte inseguridad emocional y riesgo de conductas de tiranía.
Consentidor: Libertad sin orden y opciones ilimitadas para elegir. Los padres/madres permiten que el niño/a haga lo que le apetezca. El niño no aprende el respeto por los demás (también puede dañar la empatía).
Las tres formas pueden llevar a lo que se conoce como “sentimiento de inferioridad”, inseguridad e inmaudrez emocional y falta de habilidades sociales.
El estilo educativo más apropiado es el conocido como Positivo (conoce las 4 claves para educar con disciplina positiva). Es decir, aquél en el que existe libertad con orden, opciones de elección limitadas y dónde el niño/a puede decidir qué hacer dentro de unos límites que sean respetuosos con todas las personas que le rodean.
¿CÓMO SABER CUÁNDO LA CONDUCTA INAPROPIADA DE UN NIÑO/A ESTÁ BUSCANDO ATENCIÓN?
Hay tres indicadores que hemos de tener en cuenta para saber si es atención lo que busca el niño/a con su comportamiento inadecuado, y son, básicamente, lo que siente y hace el adulto al presenciar la conducta, y lo que hace el niño tras la intervención del adulto/a.
Reacción emocional del adulto/a: enfadada, irritada, preocupada o culpable.
Reacción conductual del adulto/a: avisa de lo que debe hacer, intenta engatusar o hace cosas por el niño/a que sabe hacer sola.
Comportamiento del niño: Interrumpe temporalmente la conducta pero reanuda más adelante la misma u otra conducta molesta.
10 ESTRATEGIAS PAR SOLUCIONAR LAS CONDUCTAS INAPROPIADAS EN BUSCA DE ATENCIÓN
Existe una gran cantidad de formas de solucionar problemas de conducta infantiles, y un mismo problema puede solucionarse de multitud de formas. A continuación, se exponen algunas de estas soluciones basadas en la disciplina positiva (Nelsen, 2007). Éstas técnicas únicamente serán efectivas si se aplican respetando los fundamentos básicos de motivación, comprensión y respeto mutuo.
Estrategias inmediatas.
Reorientar. Supone orientar al niño/a a realizar una tarea que sea útil para sí misma u otras personas, o que le proporcione una atención "positiva".
Sorprender. Hacer algo inesperado para el niño/a, como por ejemplo darle un fuerte abrazo, un beso en la nariz o contar un chiste.
Sonreír. Sonría de manera serena y natural para transmitir al niño que no va a dejarse llevar por su conducta y luego diga “tengo muchas ganas de que lleguen las 7 para pasar un rato especial juntos”.
Tranquilizar. Con una actitud serena pide que se tranquilice, dígale que lo quiere y que sabe que puede hacer eso sólo.
Ignorar. Ignore la conducta mientras le pone cariñosamente una mano en el hombro al niño y continúa con lo que estaba haciendo. Se ignora la conducta, pero no al niño.
Estrategias no inmediatas.
Enseñar. En momentos agradables y distendidos, converse con el niño sobre otras formas de comportarse más adecuadas.
Momentos especiales. Fijar horarios (más frecuentes cuanto más pequeños son) en los que pasar momentos especiales con el niño/a.
Señales. Cree junto al niño/a señales no verbales que indiquen cosas, un lenguaje que sólo conocen ustedes. Por ejemplo, una mano tapando una oreja indica que está dispuesto a oírlo cuando deje de gritar. O un hacer un círculo con los dedos y situarlos en el corazón, indica “Te quiero”.
Tratar con igualdad. Evitar dar al niño un trato especial, especialmente cuando tiene hermanos.
Cerrar la boca y actuar. Hablar menos y actuar más. Por ejemplo, coger al niño de la mano y llevarlo al baño para que se cepille los dientes, en lugar de repetirselo 17 veces e intentar engatusarlo con promesas o amenazas. Para distender el ambiente, puede hacerle algunas cosquillas de camino al baño.
Las madres y padres tienen más recursos de lo que creen para solucionar los problemas de conducta que puedan presentar sus hijos e hijas, no obstante, en ocasiones necesitan la orientación, el acompañamiento y el apoyo de un profesional cualificado. Un Trabajador Social Clínico puede ayudarte en este objetivo (conocer qué es el Trabajo Social Clínico). El Trabajo Social no aborda las problemáticas teniendo en cuenta únicamente los factores psicológicos y de conducta, sino también los factores sociales y familiares implicados directamente en la causa del problema y la solución.
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Referencias
Adler, Alfred (2000). El sentido de la vida. Madrid: Ahimsa.
Nelsen, J. (2007). Cómo educar con firmeza y cariño. Disciplina positiva. Barcelona: Medici.