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Foto del escritorJONATHAN REGALADO REGALADO

LA MADRE CON LAS MANOS ÁRIDAS

Actualizado: 24 jul 2020


Tima es una mujer canaria de algo más de 50 años. Es divorciada. Lleva sin empleo desde que la despidieron al comenzar la crisis. Cada año que pasa la situación económica empeora, también el estado de ánimo, por impotencia, por desigualdad, por pobreza…


Seis de enero, día de Reyes. Como cada año se reúne la familia para entregar los regalos y pasar juntos un rato agradable. Ella se presenta en la reunión familiar sin ningún obsequio. No puede, porque no tiene. No tiene, porque no puede. Jonás, su hijo mayor, llega con las manos llenas para su madre y el resto de su familia. Sin embargo observa una tristeza obcecada en su madre. En su interior siente que esta tradición pierde sentido cuando hay seres queridos que sufren. Pierde sentido cuando las dificultades económicas habitan en la familia.


Al llegar la noche, a la luz de una vela y el aroma del incienso, le escribe esta carta a su madre con la finalidad de aliviar su pesar:


Llegó el día. Ese día en el que, desde antaño, los aldeanos se regocijan mutuamente con agasajos y holganzas en honor al nacimiento de Magec [1]. Lo hacen porque es lo que manda Magec, refieren, como si de una imposición externa se tratara. Sin embargo, no saben qué sentido tiene, tampoco el propósito o la utilidad. Parece inercia… Todos han buscado los mejores obsequios para sus familiares, los más cotizados, lujosos, exorbitantes… Muchos han comprometido toda la siega de vid y miel del año para adquirirlos y poder pagarlos a plazos. Se acostumbran los abalorios de oro blanco, lapislázuli y jaspe rojo, los atavíos de seda, las botas de piel de cabra, las especias, aromas y tintes del Medio Oriente…


Ella no tiene tierras, no tiene acervo, no tiene parras, ni tampoco panales. Su morada es procurada. Desde hace años, su oficio es buscar oficio desesperadamente. Los negociantes le dicen que ya es arcaica para producir porque pasa de las 50 primaveras. Las perras que ingresa escasamente dan para el puchero del día, escasamente…


Es madre. Tiene dos retoños. Un sol y una luna, crecidos ya. Su vida gira en torno a ellos. Su amor por ellos es tan colosal como la madre Teide cuando viste de blanco ajuar. Sus vástagos se desviven por ella, aunque no lo parezca. Aunque con la boca le entonen música popular, con el corazón la piensan en versos de Machado.


Llegó el día. Toda la estirpe reunida en la casa matriarcal intercambiando sus presentes. Y ella con sus manos desiertas… Su corazón intentando explicar cómo se siente al llegar frente a sus hijos con las manos vacías. Y el aliento comienza a tomar un sabor entre agrio y amargo, como el de la vergüenza y el pesar. Sus labios son rebeldes y fuertes: muestran una gran sonrisa, haciendo oídos sordos al corazón, a pesar de los pesares. Pero su alma llora al son Chavela Vargas. El interior de las ventanas de su alma comienza a empañarse de un intenso vapor obstinado. Se siente un cactus en un jardín de orquídeas. Se siente jable en un horizonte de amatistas. ¿Puede haber dolor más grande para una madre que presentarte ante tus hijos con las manos áridas? se pregunta.



El corazón de sus hijos intentando hacerla sentir importante, a pesar de los pesares. Pero ¿cómo luchar contra los mandatos de Magec? Se puede ir contra marea, pero puede resultar excesivamente ímprobo, e incluso causar la muerte. Corazones de madre e hijos procurando agasajarse. Almas perturbadas por usanzas malinterpretadas, rígidas, insustanciales, caducas... Almas desconcertadas por la escasez y el desvalimiento al que predisponen las naciones desiguales a sus pueblos; donde la oscuridad acompaña al campesino y la luz del día a los Reyes y Condes.


No llores mamá, no llores. Siéntete orgullosa y gozosa, pues has honrado a tus retoños con la joya más valiosa: tu ejemplo. Ejemplo de paciencia, optimismo, resistencia, superación, amabilidad y amor por el prójimo. Regalos inmateriales, inmutables, no perecederos y que jamás caerán en el desuso. Jamás. No llores mamá, no llores, mírate con honor y dignidad, porque has entregado la joya más valiosa del mundo… la vida.


 

[1] Dios del sol en mitología aborigen canaria (Guanche)


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