No existe una definición homogénea para la autoestima, existiendo diversas formas de clasificar su naturaleza en la comunidad científica. Algunos científicos son de la opinión que existen tantas formas de definir la autoestima como personas intentan definirla (Mruk, 1995). Desde el trabajo social se entiende la autoestima como un factor de la personalidad determinado, tanto por la cultura, como por variables de tipo personal y relacional. En términos genéricos, es la forma que tenemos de valorarnos.
La baja autoestima es una dificultad por la que atraviesa cualquier ser humano de manera puntual en diversos momentos de su vida. No obstante, hay personas que sufren este problema de manera recurrente en incluso crónica, pudiendo derivar en efectos negativos a nivel de salud, salud mental y la interacción con el medio social. En la práctica del Trabajo Social vemos esta problemática de manera asidua en:
Personas con trastornos depresivos.
Personas que sufre dependencia económica de los servicios sociales o de la red de apoyo.
Personas bajo el umbral de la pobreza.
Víctimas de violencia de género.
Personas en desempleo de larga duración.
Personas sin hogar, en situación de ocupación ilegal, o recientemente desahuciadas.
Personas migradas expuestas a rechazo comunitario.
Personas pertenecientes a colectivos socialmente estigmatizados.
Personas de orientación afectivo sexual diversa (LGTBI).
Personas cuidadoras de personas en situación de dependencia.
Etc.
ESTRATEGIA GENERAL Y TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN.
1. ESTRUCTURA SOCIAL Y CULTURAL.
En el caso de que los factores que más está influyendo en la baja autoestima estén relacionados con problemas estructurales que afectan a la persona, como lo son la pobreza, el desempleo, la baja protección social de determinados colectivos, etc., será necesario llevar a cabo intervenciones indirectas para garantizar el acceso a los satisfactores de las necesidades básicas. Para ello se hará uso de los recursos, servicios y prestaciones de los servicios públicos y políticas sociales.
De igual forma, será necesario en todo caso, trabajar sobre los factores culturales que están afectando en mayor medida la autoestima de la persona y la forma en que ha construido su autoconcepto. El objetivo es la toma de consciencia y el desarrollo de una postura crítica hacia valores profundamente instalados en cada cultura (atención a la diversidad cultural) y los prejuicios (por razón de género, clase, orientación afectivo sexual, etc.), que limitan la libertad individual o suponen un obstáculo para el momento del ciclo vital actual de la persona. Por ejemplo, para las personas en situación de desempleo será interesante revistar el concepto de utilidad social, el éxito social entendido como éxito profesional o la meritocracia. O el heterosexismo para las personas con orientación afectivo - sexual diversa.
2. NIVEL RELACIONAL.
Identificar qué vinculaciones afectivas y relaciones tiene, los apoyos que recibe, cantidad y cualidad. Identificar qué relaciones son tóxicas y se presentan como obstáculos para el cambio y cuáles son oportunidades. Explotar las oportunidades y buscar alternativas para disponer de una mínima red social que ayude al cambio (red primaria, secundaria, familiar o institucional).
3. NIVEL PERSONAL.
a. Definición de objetivos.
Ayudar a la persona a fijar en el plan de intervención objetivos como “Aumentar mi autoestima”, “Mejorar la forma en que me valoro y me respeto”, “Recuperar la confianza en mi mismo/a. Concretar los objetivos con acciones medibles y observables. ¿Cómo te vas a dar cuenta de que ya ha aumentado tu autoestima? ¿Qué será diferente? ¿Qué sentirás, pensarás, harás diferente?
b. Acompañamiento.
Cuando se trata de un problema crónico es importante un acompañamiento a largo plazo. Para ello será imprescindible consolidar una relación de ayuda sólida.
c. Auto-cuidado.
Una vivencia negativa del propio cuerpo es una característica frecuente en las personas que atraviesan por un episodio de baja autoestima. Es necesario reconciliarse con el cuerpo y cuidarlo. Para ello resulta beneficioso y efectivo.
Actividad física regular.
Alimentación equilibrada.
Descanso adecuado.
Terapias corporales: p.ejemplo masajes.
Yoga, meditación o tai-chi.
d. Una actividad que sienta que haga bien.
Es recomendable que la persona lleve a cabo de manera regular una actividad de la que disfrute y considere que realiza bien. Esto puede ser una actividad artística, cultural, social o incluso acciones solidarias o altruistas.
e. La lista de elogios.
La persona ha de elaborar una lista de 10 elogios que haya recibido recientemente (últimos 6 meses. Si no encuentra vamos retrocediendo en el tiempo). Después ha de puntuar cada uno de ellos en una escala del 1 al 10, siendo 1 que no lo ha creído y 10 que lo ha creído totalmente. Luego se le pide que piense qué sería diferente en su vida si se creyese un poco más cada elogio (1 o 2 puntos).
f. Dar las gracias.
Pedimos a la persona que recuerde un momento en que alguien hizo algo que la hirió. Luego le pedimos que analice qué aprendió de esa experiencia y la invitamos a redactar una breve nota de agradecimiento a esa persona. No es necesario que se entrega la nota a la persona destinataria, pero si desea puede hacerlo.
La gratitud es un elemento terapéutico muy estudiado desde la Psicología Positiva y se ha comprobado altamente eficaz en situaciones en las que una persona ha sufrido maltrato por otras. La intención es que la persona redefina la experiencia, aprenda de ella y la integre desde otra óptica.
g. Externalizar la baja autoestima.
La persona ha de moldear con plastilina su baja autoestima (también se puede dibujar o caracterizar de cualquier modo creativo que permita externalizar). Se pide que coloque “al muñeco de su baja autoestima” en un lugar de la casa en el que esté visible y esté pendiente de los todos los mensajes que le manda. Cada vez que escuche alguno ha de sentarse con él, escucharlo detenidamente y dar argumentos en contra.
h. Bote medicinal.
La persona ha de elaborar un “medicamento” contra la baja autoestima. Para ello comprará o diseñará un bote donde guardará “las pastillas de autoestima”: cada una es un recurso concreto que la persona puede utilizar para aumentar su autoestima, como puede ser darse un capricho, decirse algo bonito, llamar a una amistad, escuchar cierta canción o ponerse determinada indumentaria. Cada recurso se escribe en un papel y se introduce en el bote.
Se le pone una etiqueta al bote con el nombre que la persona desee. Incluso se invita a que elabore un prospecto en el que se indique la composición, cómo y cuándo debe ser utilizada, etc. El bote ha de ser colocado en el botiquín de casa junto a otros medicamentos.
Cada vez que lo necesite ha de ir al bote y sacar un papel. Hará uso del recurso anotado en dicho papel.
Si la persona no usa medicamentos o la persona muestra rechazo a este modelo, puede sustituirse por una caja de infusiones o plantas medicinales.
La perspectiva holística desde la que interviene el trabajo social (Perspectiva de la persona - en - situación) permite resultados eficaces y duraderos en el tiempo, dado que tiene en cuenta una cantidad múltiple de factores y actúa desde la integralidad metodológica.
Referencias.
Mruk, C (1995). Autoestima. Investigación, teoría y práctica. Bilbao: Descleé de Brouwer.
Beyebach, M. y Vega, M. (2010). 200 tareas en terapia breve. Barcelona: Herder.