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JONATHAN REGALADO DESARROLLA UNA PONENCIA SOBRE TRABAJO SOCIAL CRÍTICO

El pasado jueves 28 de septiembre, Jonathan Regalado ha dado una ponencia en la I Jornada de Coordinación de la Acción Social del Distrito Centro-Ifara, organizada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y en el que participaron profesionales de la acción social, organizaciones y agentes de la comunidad.


Su ponencia se denominó "Trabajo Social Crítico desde los Servicios Sociales", y se centró en conversar sobre ejemplos de prácticas con potencial emancipador que pueden desarrollarse desde los servicios sociales públicos, tanto en la intervención con casos como con grupos. Todo ello desde una perspectiva crítica postestructural, donde han tenido especial influencia las teorías de Foucault, del fenimismo radical posestructural y la política de emancipación.


Su intervención tuvo una duración de 40 minutos, y otros 15 de conversación con las personas asistentes para discutir las ideas presentadas y su aplicación al contexto particular de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.


¿En qué consiste el Trabajo Social Crítico?


Es un tema muy complejo y extenso. Pero lanzando una idea abreviada y oportuna en este contexto, puede definirse como un corriente de la disciplina, iniciada desde los años 60, que explora las fórmulas más apropiadas (para la persona en su contexto) para el desarrollo intervenciones emancipadoras (VS opresoras, dominantes), haciendo un uso productivo del poder (VS uso disciplinario, autoritario) que, como cualquier profesional, el trabajador/a social ostenta.


¿Por qué has decidido tratar este asunto en la Jornada?


Es oportuno el desarrollo de una perspectiva crítica en cualquier contexto social donde el Estado de Bienestar presente crisis, exista desigualdad y haya colectivos en situación de opresión. Canarias y España cumple con estos criterios.


¿Para quién resulta útil conocer y desempeñar una práctica crítica?


Para cualquier persona que ostente poder (implícito y/o explícito) y que preste servicios o trabaje para personas: profesionales de la acción social, profesionales de la salud, de la educación, políticos, etc. También, y de manera destacada, los profesionales del Trabajo Social , por la especial tradición crítica de nuestra disciplina, y el intenso componente deontológico de nuestra práctica.


¿Cómo los trabajadores y trabajadoras sociales pueden llevar a cabo prácticas emancipadoras desde los Servicios Sociales Públicos?



El trabajador/a social goza de poder, tanto implícito como explícito, y utilizado inadecuadamente, puede ir en detrimento de la transformación personal y social que se busca en las situaciones que se atienden: puede ser profundamente discapacitante. No todas las formas de poder son dominantes, ni todas las personas que tienen poder actúan de manera opresora; ésta es una creencia errónea de la teoría social crítica. El poder puede usarse de manera productiva para favorecer los procesos de cambio en las personas, pero los límites entre un uso dominante y productivo son complejos y es necesario que el profesional estén en constante análisis y autorreflexión sobre sus propias prácticas.


Ya de por si, las instituciones públicas, donde están inmersos los servicios sociales, están profundamente implicadas en operaciones de poder que se manifiestan a través de la vigilancia, el control y los imperativos legales y burocráticos. Pero las instituciones no son un monolito: éstas están conformadas por personas diversas, que son las que en última instancia reproducen las prácticas opresoras o, por el contrario, aplican otras más emancipadoras. Esto quiere decir que, aunque los servicios sociales tienen un carácter estructuralmente opresor, es totalmente viable y posible el desarrollo de prácticas emancipadoras.


Una de las formas más sencillas (a la vez que complejas) en las que trabajadores y trabajadoras sociales podemos desarrollar prácticas emancipadoras e igualitarias, es evitando que nuestro saber técnico-científico suprima o silencie las voces de las personas con las que intervenimos. Por el contrario, se debe lograr una simetría e igualdad real entre el saber profesional y el resto de saberes que trae la persona, como el de su experiencia vital. Es importante que la persona perciba y sienta que su saber está siendo reconocido y que además se utiliza para su propio proceso de cambio. De cara a la intervención grupal, comunitaria y activista, es necesario estar atentas a las voces que están subordinadas, para revelarlas y permitir que estén en condiciones de igualdad con otras voces dominantes.


[...] no está en nuestras manos proponer. Lo que alguien "propone", propone un vocabulario, una ideología, sólo puede tener efectos de dominación. Lo que tenemos que presentar son instrumentos y herramientas que resulte útiles a la gente. [...] así es como al fin, se abren las posibilidades. (Foucault, 1988, p. 197).



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